¿Viste alguna vez los paisajes prístinos de películas como Into the Wild (Sean Penn, 2007) y de, más reciente, Wild (2015, Jean-Marc Vallée)? ¿Te imaginas la emoción del personaje principal, caminando por esos cerros cubiertos de nieve y por bosques silenciosos, implacables, como el sol en el desierto (o el viento en la Patagonia)? Esa emoción, esa sensación de estar lejos de todo, no tiene precio. Y esto se debe principalmente al hecho de que lugares tan salvajes son raros. Pero existen. En algún lugar del sur de Chile, en un lugar llamado Parque Nacional Torres del Paine, puedes sentir estas ráfagas de libertad en tu cabello, dormir en una carpa debajo de unos árboles gigantes y caminar por 138 kilómetros viendo campos de hielos y montañas.
¡Déjame presentarte el famoso Circuito Paine (también llamado “O” debido a su forma en el mapa) con EcoCamp Patagonia! Prepárate para una caminata inolvidable en uno de los senderos más impresionantes del mundo. Sí, es importante que tengas buena condición física. Sí, tienes que aceptar el riesgo de tener un clima a veces complicado. Pero no te preocupes: sin problemas de altitud (los senderos están debajo de los 1500 metros sobre el nivel del mar) y la opción de quedarte tres de las ocho noches en un cómodo domo, ¡el trek es una buena mezcla entre aventura y descanso!
Atentos, lectores : prepárense para el mayor desafío en la octava maravilla del mundo...aún más emocionante, ya que ¡empezamos el día de año nuevo!
Día 1 - La odisea Patagónica empieza
Itinerario : Viaje desde Punta Arenas hasta el Parque Nacional Torres del Paine
Día 1 - El viaje comienza: Miércoles 31 de Diciembre. Me habían dicho que el viaje de Santiago hasta el EcoCamp era largo. Hay que decirlo: ocho horas de viaje si, es largo. Pero después de haber llegado a Punta Arenas, mi preocupación por el aburrimiento desapareció aunque sabía que todavía faltaban 373 kilómetros (aproximadamente 5 horas) para llegar a EcoCamp. La van seguía su camino por la enorme pampa, con casi ningún signo de presencia humana en el horizonte. Solo pampa y más pampa. No cabía duda, ¡habíamos llegado a la Patagonia! Después de tres horas, llegamos a Puerto Natales donde conocimos a nuestro simpático guía - Roberto Carlos. Roberto es un guía local con una pasión notable por la cultura, flora y fauna de la Patagonia. ¡Entendí de inmediato que nos iba a enseñar muchas cosas!
Después de haber completado los formularios necesarios, nos llevaron al “Aldea”, un restaurante cercano a la oficina de EcoCamp donde disfrutamos de un rico almuerzo chileno. ¡Fue la oportunidad perfecta para conocer a las 4 personas que cruzaron el mundo para recorrer el sendero de la “O” a mi lado! Jonathan Waugh (Gran Bretaña) y Hilde Suude (Noruega) se notaban listos para la aventura, con experiencia en trekking en montañas remotas de Ecuador, China y Siberia. ¡Sus historias de viajes me dejaron sin aliento! Marty Papazian y Marina Benedict (USA) dejaron los estudios de Los Ángeles para tomarse un merecido descanso en la Patagonia. Ambos son actores que se iban a olvidar de las películas y series por nueve días de caminata al fin del mundo.
Volvimos a la van para seguir rumbo al norte. En el camino, paramos un rato en la Cueva del Milodón. Es una cueva de 200 metros de profundidad donde se encontraron restos de una criatura llamada Milodón, que vivió aquí hace 10.000 años. ¡Que hermosa formación geológica!
Una caminata de 30 minutos por una misteriosa cueva : ¡una linda introducción al trek!
Después de dos horas de viaje, finalmente entramos al Parque Nacional Torres del Paine. El Sol brillaba sobre el enorme macizo y mientras paramos por el mirador del Lago Sarmiento, no podría creer lo que estaba viendo. Las famosas torres aparecían por detrás de un lago gigante (Sarmiento) y decenas de guanacos y ñandúes nos daban la bienvenida mientras llegábamos al EcoCamp. ¡Finalmente habíamos llegado!
Luego de instalarnos en nuestros cómodos domos al pie de las torres, nos juntamos con Roberto en los domos comunitarios para analizar al itinerario de los próximos días. Hicimos preguntas y conocimos al mapa del parque con un rico Pisco Sour, hasta que la música nos hizo salir. Todos los viajeros se habían juntado en la terraza para celebrar el año nuevo y conocimos a gente de todo el mundo, con el mismo espíritu de aventura.
Prístinos lagos y montañas nevadas: ¡bienvenidos a Torres del Paine!
Un buen lugar para una cuenta regresiva de Año Nuevo, ¿no?
Un domo estándar: ¡probablemente el mejor lugar para conciliar el sueño en Torres del Paine!
El rico buffet nos permitió probar una exquisita comida fusión, acompañada por un vino tinto chileno. Justo antes de las 12, nos juntamos con el equipo de EcoCamp e hicimos la cuenta regresiva. 3, 2, 1… ¡Feliz Año Nuevo! Nos abrazamos y nos deseamos lo mejor en una mezcla de inglés y español.
Podríamos haber bailado por horas con esta frenética música latina. Pero aunque lo estábamos pasando muy bien, el tiempo se iba volando. Me puse a admirar el cielo estrellado desde mi domo estándar. Íbamos a levantarnos a las 7 de la mañana el día siguiente y caminar 32 kilómetros.
Día 2 – Dickson
Itinerario: EcoCamp – Serón – Refugio Dickson (32km – 10 horas app.)
Día 2 - Dickson: Apenas nos juntamos en los domos comunitarios para un rico desayuno, nos dimos cuenta de lo largo que iba a ser el día. Íbamos a caminar 32 kilómetros - unas 10 horas más o menos - desde EcoCamp hasta el refugio Dickson, un lugar famoso por sus glaciares y su distancia. ¡No cabía duda de que era un lugar bastante único! El clima se veía inseguro pero después de todo, Roberto nos había dicho que era común tener las 4 estaciones en un solo día. Nos estiramos un momento, nos atamos los zapatos y alistamos la mochila. ¡Vámonos!
Unos pájaros carpinteros nos dieron la bienvenida en la sombra del bosque de Serón. ¡No tuvimos que esperar mucho para ver los primeros animales locales! Encontramos unas huellas de puma en el sendero: de seguro el felino estaba cerca. El sendero era bastante plano y fácil, un inicio sencillo pero hermoso en paisajes con mucha vegetación, árboles y margaritas. ¡Podríamos habernos acostado por horas en esos campos de margaritas que se parecían al paraíso mismo! De vez en cuando aparecía el Río Paine, el principal río en este parque nacional. Seguimos hacía el origen del río: Dickson. ¡Apareció la mágica Laguna Azul a lo lejos!
Primeros pasos en la mañana…
Al parecer hay un puma por allí…
Seguimos el curso del Río Paine por un buen momento…
Alcanzamos el campamento Serón después de unas 4 horas y aquí tomamos un primer descanso. ¡Que buen comienzo! Este pequeño campamento era la última etapa para llegar al extremo norte del parque y alcanzar al lado más desconocido del macizo. El sendero se hizo más accidentado mientras alcanzamos Laguna Cebolla, donde subimos la parte más empinada del día. Una subida corta con una recompensa arriba: la tremenda vista del Lago Paine donde, a lo lejos, se apreciaba el Glaciar Perros, el destino del día siguiente. ¡Qué buen lugar para una foto grupal!
Bajamos por unos kilómetros. Otros cerros aparecían, cada uno más lindo que el anterior. Apareció el gran cerro Cabeza del Indio, una formación rocosa intimidante. Sorprendentemente las Torres también aparecieron… ¡por el otro lado! Habíamos llegado al otro lado del parque nacional. Millones de flores cubrían el sendero. El sol brillaba otra vez. Disfrutamos de nuestro almuerzo empacado a orillas del lago Paine. ¡Sería el paraíso sin esta gran cantidad de mosquitos en esta zona!
La primera subida, cerca de Laguna Cebolla
¡Saludos desde el Lago Paine!
Caminamos por millones de margaritas
Olvidándonos de los insectos, caminamos con energía y alegría. ¿Quién se puede quejar de un lugar tan espectacular? Con los pies cansados, caminamos sin perder el ritmo. 25km, 28km, 30km...¡casi llegamos! Debo decir que los últimos 2 kilómetros se hicieron largos. Llegamos a un mirador en altura donde Dickson ¡finalmente apareció! Este impresionante, tremendo glaciar es el punto de nacimiento del lago Dickson y del río Paine. El campamento Dickson parecía brillar a orilla del lago. ¡Que salvaje!
Desde las pasarelas se veían las cumbres de las Torres
¡Y Dickson finalmente apareció!
Alcanzamos al campamento después de 9 horas de caminata. Nadie se olvidó de la sesión de estiramiento después de un día tan intenso. Nos dieron una buena bienvenida en Dickson. Nos deleitamos de un buen cocktail con muchas cosas para comer. Estábamos lejos de la civilización, pero con todo lo que necesitábamos y más : buena comida, una carpa para descansar y agua caliente. Servando, el simpático anfitrión de EcoCamp, nos preparó un buen salmón. Hablamos del día con música patagónica de fondo. Roberto nos hizo la charla para el día siguiente. Afuera, solo el silencio. Cerré mis ojos en paz. ¡Qué bueno era estar aquí, con gente tan buena!
Día 3 – Glaciar Perros
Itinerario: Refugio Dickson - Campamento Perros (13km – 4 horas app.)
Día 3 - Glaciar Perros: Roberto nos había prometido un buen tiempo para descansar y tenía razón : dormimos un buen tiempo bajo las estrellas en nuestra carpa. La fuerte luz del día nos despertó. Ya conocía a la Patagonia por sus fuertes vientos y su clima cambiante, pero ignoraba lo caluroso que podría ser. Seguí a Jonathan hasta la playa cercana, donde ¡felices habríamos ido a nadar si no hubiese sido agua de glaciar!
Después de un buen desayuno, preparamos nuestro almuerzo para llevar e iniciamos con tranquilidad la caminata hacia el glaciar Perros. ¡Dejamos un glaciar para dirigirnos hacia otro! Subimos un buen rato hasta un mirador desde donde se admiraba la zona de Dickson. De aquí teníamos una amplia vista del bosque que nos rodeaba. Entramos por una zona silenciosa, con árboles que tenían varios siglos. Tomé una respiración profunda con este aire tan revitalizante. ¡Estábamos tan lejos de la locura de la ciudad!
Dejamos al campamento Dickson bajo un sol de verano
Pasando por el místico bosque de Perros
Nuestro guía Roberto Carlos siempre tiene algo fascinante que contarnos!
El primer mirador. ¿Ves el glaciar Perros en el fondo?
Era una recorrido bastante sencillo, especialmente después de los 32 kilómetros del día anterior. Se escuchaba el rugido del río Los Perros. Pasamos por encima de este tremendo río por un puente colgante. ¡Nos íbamos acercando al hielo! Una brisa refrescante nos dio la energía para subir la última loma. El viento se puso más violento, con fuertes ráfagas que nos tiraban polvo en la cara. Aquí se sentía el poder del glaciar, que justo apareció de frente. Nos habríamos quedado más tiempo sin ese viento, ¡pero qué momento!
Alcanzamos al campamento Los Perros después de unos 15 minutos. Era quizás el campamento más relajante que había conocido. Las carpas estaban ubicadas por debajo de la sombra del bosque, cerca de un pequeño río. Roberto nos llevó a una carpa domo donde íbamos a compartir un rato. Nos juntamos para un café, cada vez conociéndonos un poquito más.
Gozando el silencio del bosque…
Un último esfuerzo para llegar al mirador del glaciar…
El Campamento Perros
Compartiendo en el campamento...¡Salud!
¡El circuito ya se sentía como una “máquina para hacer amigos”! La simplicidad del lugar nos encantó a todos. Conocimos a los porteadores; gente muy buena (y fuerte) que nos llevaba peso en el sendero. Ellos caminan todo el día para hacernos el trek más cómodo. ¡Todos sentíamos el mismo respeto por sus logros físicos! Podía escuchar las hojas bailando con la fría brisa del lugar. Mañana íbamos a ver la inmensidad de los campos de hielo.
Día 4 – Alcanzando a los campos de hielos patagónicos sur : el glaciar Grey
Itinerario: Campamento Perros - Paso John Gardner - Refugio Grey (17km - 9 horas app.)
Día 4 - Glaciar Grey: 8 de la mañana. Hoy cruzamos el punto más alto del circuito : el paso John Gardner, a 1300 metros de altitud. Íbamos a subir unos 600 metros y bajar por 800 metros. Roberto analizó nuestro equipamiento. Con un área de 12.363 kilómetros cuadrados, el campo de hielo sur es un monstruo de hielo con su propio clima. Roberto advirtió: incluso en verano, el clima puede hacerse extremo. Íbamos a necesitar guantes y una buena chaqueta para protegernos de una posible tormenta de lluvia o nieve. Lo más seguro es que íbamos a caminar con fuertes ráfagas. ¡Pero sin duda íbamos a disfrutar de la aventura!
Roberto lideraba el grupo en un sendero lleno de barro. Nubes oscuras parecían amenazarnos. Pronto el sendero se hizo más rocoso y empezamos a caminar al lado de un río ruidoso. La vegetación iba desapareciendo para dar lugar a un paisaje montañoso desolado. Nos íbamos moviendo lenta, pero seguramente, acercándonos al paso John Gardner el cual se podía ver a lo lejos. La temperatura bajaba a medida que ganábamos altura. El glaciar Amistad apareció de repente a nuestra derecha, un glaciar muy fotogénico. Caminamos con una lluvia fina, mucho menos terrible que la tormenta que estábamos esperando.... ¡Íbamos a alcanzar la cumbre! Después de pisotear un poco de nieve, escuche al grupo gritar. ¡“Wow! Qué increíble paisaje!”
Los inicios tranquilos en el bosque de lengas....
Roberto liderando el grupo por el paso
Una foto grupal para honrar al glaciar Amistad
Llegando al mirador
Un ascenso de 3 horas nos llevó al Paso John Gardner: un mirador increíble donde se aprecia el campo de hielo sur. El Glaciar Grey se extendía hasta el horizonte. Todavía nos faltaban unas 5 horas de caminata y la lluvia fría no nos permitió quedarnos mucho tiempo en este lugar. Iniciamos la empinada bajada y alcanzamos un bosque negro que nos protegía del mal tiempo.
Entre las ramas podíamos ver el campo de hielo. Me dí cuenta de la buena idea que era llevar bastones: el sendero aquí es muy empinado y pone a prueba las rodillas, en apenas una hora de bajada. La exquisita agua glaciar que bajaba de las alturas nos dio la energía para cruzar el bosque. Luego el sendero se puso un poco más fácil y llegamos al campamento Paso justo a la hora de almuerzo.
En las alturas del paso
Con el glaciar Grey de fondo
¡Y el lago Grey finalmente apareció!
Nuestros cuerpos pedían más caminata y seguimos felizmente con el campo de hielo a nuestro lado. En varias partes tuvimos que cruzar ríos, ocupando escaleras y puentes colgantes. El sol brillaba de nuevo cuando llegamos al lago Grey.
Uno de los famoso puentes colgantes de Grey
La belleza del campamento Grey
Nuestra odisea por el bosque terminó cuando aparecieron las primeras carpas del Refugio / Campamento Grey. ¡Ya habíamos terminado lo que se considera el día más complicado del circuito! Elegimos una rica cerveza en el refugio, donde nos juntamos para pasar lo que quedaba de la tarde. Todavía no podía creer lo hermoso que había sido el día. Habíamos visto magia, con una naturaleza gigante, sorprendente. ¡Y todavía faltaban 5 días!
Día 5 – Lago Grey
Itinerario : Glaciar Grey - Refugio Paine Grande (14km app.)
Día 5 - Lago Grey: El día era espectacular y nos fuimos de inmediato al mirador Grey, a unos 20 minutos del refugio. De aquí se podía admirar la “cara” del glaciar Grey, un lugar donde también se apreciaba el retroceso aterrador del hielo.
Luego caminamos por el bosque y vimos mucha gente caminando por los senderos de la W: aquí dejamos la parte menos conocida de la “O” y habíamos llegado a la famosa “W”. Aunque más concurrido, el sendero estaba lleno de belleza. Se admiraban los tonos grises del lago Grey y el azul eléctrico de algunos témpanos.
El viento empezó de repente. Los árboles bailaban. El cielo se ponía más y más oscuro. Desapareció el Lago Grey cuando llegamos a la Laguna de los Patos. Se venía la tormenta y aceleramos el paso llegando a un valle escondido donde se veía el Paine Grande, la cumbre más alta del parque con 3050 metros. Los Cuernos, unas cumbres fabulosas y conocidas mundialmente también aparecieron al mismo tiempo que el refugio Paine grande. No podíamos creer la belleza del lugar.
Hipnotizados por el glaciar Grey.
No recomendable para personas con vértigo…
Pasando por la Laguna de los Patos
Habíamos llegado al lago Pehoé, cuyos tonos azulados brillaban. Su agua se levantaba con la fuerza del viento, creando un paisaje muy poderoso. Nos sentamos en el gran comedor del refugio. Era un refugio grande y moderno, con un gran restaurante y dormitorios para los que querían algo más cómodo que una carpa.
Esa noche, Jonathan me compartió sus historias de aventura por algunas de las cumbres más altas del mundo, como el Elbrus, el Kamchatka, el Cotopaxi y el Mustagh Atah. Aún así, me repetía que su nuevo lugar favorito en el mundo era la Patagonia. ¿Se sentía cansado? No. El circuito era mucho más accesible según el, que todos las otras cumbres que había alcanzado.
El azul único del Lago Pehoé
El viento en la Patagonia es poder
Día 6 – El corazón de Torres del Paine : Valle Francés
Itinerario: Refugio Paine Grande – Valle Francés – Refugio Los Cuernos (28km / 9 horas app.)
Día 6 - Valle Francés: Después de una noche muy agitada por los fuertes vientos, todos sabíamos que íbamos a tener que caminar contra el viento. Hoy libamos a caminar por el Valle Francés, un valle dramático entre Paine Grande y Los Cuernos. El sendero habitual tiene una distancia de 22 kilómetros, pero existe un "detour" hacía el “Mirador Británico” con una distancia total de 28km. Es un poco más largo y más empinado, pero aún más impresionante. Roberto insistió : alcanzar al mirador Británico solamente dependía de nuestra condición física. Nuestras piernas estaban un poco cansadas y el viento era fuerte. ¿Íbamos a alcanzar al circo de montaña?
Partimos temprano, dejando al campamento que parecía haber sido sacudido como una botella en el océano. Por 8 kilómetros recorrimos un sendero bastante plano, observando la magia del Lago Pehoé y pasando árboles muertos que antes eran parte de un bosque denso. Aquí se notaba la desolación del incendio de 2011, causado por la negligencia humana. También admiramos la belleza de Los Cuernos desde el mirador Skottsberg. Los paisajes nos recordaron “la tierra media”.
Inicios a orilla del lago Pehoé
Esto se parece al Señor de los Anillos, ¿cierto?
Entramos al Valle Francés por un puente colgante encima del río Francés. La montaña nos asombraba y parecía que estábamos entrando a otro mundo. El sendero se hizo más abrupto. Tomamos un pequeño descanso en el campamento Italiano antes de subir, con mucho optimismo.
Caminamos hacia arriba por las piedras. A nuestra izquierda se podía apreciar el vertiginoso paisaje del Valle Francés, cuyo río tormentoso bajaba con fuerza. Avanzamos por el bosque con la vista constante del Paine Grande, cubierto con nubes. Glaciares colgantes cubrían su tremenda pared de roca. Alcanzamos al mirador de Paine Grande después de una hora y media, con mucho viento. Se veían todos los lagos azules de la zona, como el Pehoé y el Nordenskjold. El bosque parecía infinito.
Se escuchaban los sonidos aterradores de las avalanchas. Vimos a varias cayéndose desde la cima de la montaña. ¡Qué momento espectacular, inolvidable!
Bienvenido al valle Francés!
Llegando al mirador
Contra el viento…
¿“Seguimos”? preguntó Roberto. ¡“Ok, vamos!”. Era imposible no seguir. Todos queríamos experimentar al mirador Británico. En el ascenso, nos topamos con varias personas que habíamos visto en otras partes. Venían volviendo del mirador Británico y ¡ver la emoción en sus caras nos dio aún más ánimo para subir! Cruzamos el bosque por una hora antes de llegar a una planicie donde se apreciaban otros picos de granito, como el Cerro Hoja y el Cerro Espada. ¿Habíamos llegado a otro planeta?
Conquistamos el viento y una última loma para llegar al mirador Británico. El tiempo era una mezcla patagónica típica, entre viento, lluvia y nieve. Desde una roca gigante, se veía una gran cantidad de cerros con nombres exóticos, como el Cerro Catedral, el Cerro Fortaleza y el Cerro Cabeza del Indio que se veía desde Dickson. Disfrutamos nuestro almuerzo protegiéndonos del viento con la roca.
Acercándonos al mirador Británico…
El Británico, con aguanieve
Llegando al Refugio Cuernos
La bajada era igual de impresionante que la subida, con perspectivas únicas sobre el paisaje. Llegamos al Lago Nordenskjöld con su azul penetrante. Íbamos caminando al pie de Los Cuernos, enormes cumbres de granito. Pasamos por una playas con el sonido de las olas para terminar el día. Al fin llegamos a nuestras carpas, al pie de los Cuernos, donde íbamos a descansar en la sombra de los gigantes. El pequeño refugio nos recibió con una cena caliente y unos tragos refrescantes junto a otros aventureros. ¡Todos concordamos en el hecho de que el Valle Francés era uno de los lugares más bellos del circuito hasta ahora!
Día 7 – Los Cuernos
Itinerario : Refugio Los Cuernos – EcoCamp (12km - 4 horas app.)
Día 7 - Los Cuernos: Durante la noche nos despertó una fuerte lluvia. Nos sacamos nuestros zapatos para entrar en el refugio y disfrutar un rico café para empezar bien el día. Afuera, un diluvio. ¡Pero esperábamos lluvia después de tantos días soleados! Empezamos una caminata bastante sencilla desde el refugio Los Cuernos hasta EcoCamp Patagonia, que todos queríamos ver de nuevo.
La lluvia y el viento habían convertido el lago Nordenskjöld en un mar. Caminamos al lado del lago cuando paró la lluvia. ¡Dejamos la tormenta atrás! Otra montaña apareció : el imponente Almirante Nieto, con sus 2640 metros de roca y glaciares. Atrás Los Cuernos se cubrieron de nubes, lo que dio luz a un bello paisaje patagónico.
Inicios húmedos…
Pasando por el puente colgante de Almirante Nieto
Pasamos por unos puentes colgantes antes de llegar a una zona de pampa. EcoCamp brillaba en la distancia: después de 5 noches en carpa, se venía el lujo de quedarse en un domo. ¡El paraíso! Faltaba una hora para llegar a los domos comunitarios y compartir con un Pisco Sour.
¡De vuelta en EcoCamp!
¡Todos nos abrazamos cuando llegamos en EcoCamp! El sol brillaba detrás de las Torres. Los garzones nos esperaban con una sonrisa y una cena gourmet. La comida se derretía en mi boca: teníamos hambre, ¡pero no me esperaba una comida tan de lujo! Tuvimos la charla del día con un vino orgánico en la mano. Mi domo standard era abrigador y no podía dejar de sonreír mirando a la luna desde mi cama. ¡Este lugar era la encarnación de la paz!
Ida 8 – EL último desafío: la Base de las Torres
Itinerario: EcoCamp – Mirador Base de Las Torres (22km – 9 horas app.)
Día 8 - Base de las torres: Dejamos el EcoCamp a las 9:30 de la mañana, con un buen desayuno buffet para darnos energía. Este era el último día de caminata con Marty, Marina, Hilde y Jonathan. Todos íbamos relajados: el circuito nos sirvió de entrenamiento y nuestras piernas iban recorriendo el sendero como lo iban haciendo desde hace 7 días. Sin embargo, sabíamos que este desafío era el mayor, nos faltaban 22 kilómetros para completar el circuito.
Desde la primera loma podíamos ver el Lago Nordenskjöld que habíamos visto durante los 2 días anteriores. También se apreciaba la inmensidad de la pampa: hasta Argentina, sin saberlo. Entramos en el Valle del río Ascencio después de una hora. Desde el punto más alto se podía ver el río Ascencio pasando por todo el valle y un impenetrable bosque austral.
Arriba en la pampa
”Esto, amigo, es la caminata hacia la base de las torres, algo que nunca olvidarás”
Alcanzamos el Campamento Chileno - un importante punto de encuentro para comer una merienda y conversar un rato - y seguimos caminando por un bosque silencioso, a orilla del río Ascencio que cruzamos por un puente de madera. Decidí parar un rato para disfrutar del silencio: un silencio místico, hermoso. La magia del lugar me recordaba el bosque de Los Perros.
Finalmente empezamos la subida final hacía el mirador de Las Torres. Había que andar con cuidado debido a las piedras sueltas y el terreno potencialmente resbaloso. Roberto nos guiaba por unas rocas gigantes, mientras íbamos saludando a los que bajaban. Aquí había una gran diversidad de personas de todo el planeta. Este sendero, el más famoso en el parque nacional, fascinaba a todo el mundo.
Mis piernas estaban agotadas, pero la cumbre de las Torres, que podíamos ver desde el sendero, me llenaba de energía. Nos íbamos desplazando con energía. Escuchaba a Hilde y Jonathan gritar de alegría: habían llegado primero. Una laguna maravillosa apareció y las Torres formaban un paisaje de postal. ¡“Wow”! No tenía palabras para expresar lo bello que era este lugar. Además llegamos con el mejor clima. Roberto nos explicó lo complejo que era la geología aquí. El planeta tierra nunca dejará de sorprendernos. Para todos nosotros, era uno de los paisajes más hermosos que habíamos visto. Nos sentamos aquí para almorzar. Nunca lo íbamos a olvidar.
El ascenso final
Llegando al mirador
Una última foto grupal…
Volvimos felices. Habíamos hecho los últimos pasos del circuito, con algunas de las vistas más espectaculares que habíamos visto y sólo nos faltaba la última noche en EcoCamp. La cena no iba a ser suficiente: teníamos que juntarnos una última vez en el bar. Teníamos que estar juntos, como un grupo de viejos amigos. Nos felicitamos y, mientras llegaba la noche, seguimos conversando en el EcoBar. Mañana íbamos a tener que despedirnos, de un lugar único y de gente muy buena. ¿Pero quien quería pensar en mañana?
Día 9 – ¡Adiós Torres del Paine!
Itinerario: EcoCamp – Casa
Día 9 - Adiós Torres del Paine: Me tome un tiempo para estirarme frente al Domo Recepción. Un viento cálido me acariciaba el cabello, como si la montaña se estuviese despidiendo. ¿“Entonces, lo haremos otra vez?” pregunté al grupo. Nos reímos. Podríamos hacerlo otra vez solo para conocernos mejor y disfrutar otra vez de la belleza de Torres del Paine. Pero teníamos que irnos.
Marty y Marine seguían hacía los fiordos para una expedición en kayak. Hilde y Jonathan se iban rumbo a Argentina. Yo me iba a casa. Habíamos caminados 175,000 pasos y quemado más de 7000 calorías! Abrazamos a Roberto Carlos, que había sido una persona clave en toda esta aventura. Nos prometimos volver a vernos. Adiós, amigos... y ¡hasta pronto, Patagonia!
Adiós amigos!
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